Un especial de infobae con los 10 mejores momentos del 10
“Si tengo que definir con una sola palabra a Villa Fiorito, digo lucha”, dijo el propio Maradona en su biografía Yo soy el Diego de la gente. La casa ubicada en la calle Azamor 523 de tres ambientes con piso de tierra y techo de chapa apenas alcanzaba para albergar a los diez integrantes del clan. En 1969 todo cambió para Diego, alentado por un amigo y con el permiso de su padre, asistió a una prueba en las divisiones infantiles de Argentinos Juniors.
La historia ya es conocida: aquel equipo bautizado como Los Cebollitas fue una sensación que arrasaba con cualquier rival que le pusieran en frente y con un récord de 136 partidos sin perder entre novena y octava división, con su número ’10′ líder indiscutible. El crecimiento del joven Pelusa fue tan rápido como su velocidad mental y física para sacarse de encima rivales. Fue así que el 20 de octubre de 1976, Juan Carlos Montes mandó en el segundo tiempo del partido ante Talleres de Córdoba a un pibe con el número 16 en la espalda para sellar el debut oficial en Primera. A partir de allí todo fue en ascenso: 116 goles convertidos en 166 partidos con el Bicho.
Para 1977 aquel pibe de Argentinos ya era toda una figura del fútbol argentino, fue así que el flaco Menotti no dudó en convocarlo para un amistoso de la Albiceleste. Diego debutó con el seleccionado el 27 de febrero y pese a que todos daban por sentado que el joven de 17 años estaría en la Copa del Mundo, el 19 de mayo Menotti le confirmó que había quedado afuera. Maradona trató de dejar atrás lo más rápido posible su rabia y apuntó sus cañones al torneo que, luego, lo convirtió en amo y señor de la Selección: el Mundial Juvenil de Japón 1979. La Sub 20 arrasó en ese torneo, con un Diego premiado con el Balón de Oro al mejor jugador. Una vez consumada la consagración, el apellido Maradona tendría otra connotación tanto en el fútbol argentino como en el exterior.
Maradona declaró “quiero jugar en Boca” y obligó al Xeneize a ofertar por su pase, aunque la situación económica no acompañaba. El club ofreció 10 millones de dólares a Argentinos, pero la plata no apareció y terminó siendo cedido a préstamo a cambio de USS 2.500.000, seis jugadores y la cancelación de una deuda con la AFA. Boca se terminó siendo campeón en 1981. Al año siguiente, participó del Mundial pero el equipo de Menotti no estuvo a la altura y quedó eliminado ante Brasil. En aquel partido, Diego fue expulsado por una brutal patada, imagen que resume el andar de Argentina por aquella competición.
Tras varios intentos y una larga negociación, el Barcelona recién pudo quedarse con el Diez en junio de 1982 a cambio de 8 millones de dólares (6 para Argentinos y 2 para Boca). Su primera experiencia en Europa fue agridulce: consiguió tres títulos, 38 goles en 58 presentaciones, una hepatitis que lo mantuvo afuera por tres meses y una fractura en su tobillo izquierdo. La última aparición de Diego con el culé fue por la final de la Copa del Rey de 1984 ante Athletic Bilbao, con pelea campal de por medio por la que fue suspendido por tres meses. Eso marcó su final en España.
Maradona alcanzó su punto más alto en la segunda mitad de los ’80: conquistó dos Scudettos; una Copa y una Supercopa de Italia; y una Copa de Europa con el Napoli; y el Mundial de México con la Selección. Diego y el Napoli se necesitaban, fue un amor a primera vista. Fue así que el club gastó 7,5 millones de dólares y fue recibido bajo un imponente marco de 80.000 personas en el Estadio San Paolo. Llegado 1986, se unió al plantel de la Selección dirigida por Bilardo para disputar el Mundial de México. El capitán de la Albiceleste llegó a la cita en óptimas condiciones físicas y aunque su vida privada no era de lo mejor, pudo dejar de lado y usarlo como motor para tener un torneo de ensueño: fue la figura del torneo, convirtiendo cinco goles y dando cuatro asistencias.
Como rey del fútbol mundial y dios pagano en Napoles, su popularidad era tan grande que se volvió incontrolable. No había lugar en en planeta donde no fuese reconocido y rápidamente rodeado por miles de fanáticos. Aquella presión mediática, sumada a malas decisiones personales, lo llevaron a aumentar su consumo de drogas, iniciando el comienzo de su debacle.
Maradona afrontó el Mundial de Italia con su físico al límite por todo el desgaste hecho con su club. Sin embargo, el equipo argentino consiguió llegar a la final. La imagen más recordada es la de Diego durante el Himno antes del partido con alemania, siendo silbado por todos los presentes y él insultándolos. Ese día, no solo perdió la oportunidad de alzar otra Copa del Mundo sino que significó el quiebre de su relación con el país italiano.
Con el dolor todavía latente por quedarse a las puertas de un nuevo título con la Selección, el Diez seguía teniendo el talento necesario para competir en la elite pero la directiva del Napoli y la Federación italiana le soltaron la mano. En marzo de 1991, dio positivo en cocaína en un control antidopaje y fue suspendido por 15 meses. Fue así que volvió a Argentina para cumplir su sanción y una vez habilitado exigió su salida de Napoli y pasó al Sevilla. Su falta de compromiso en aquella época y las reiteradas peleas con la comisión del club español llevaron a que su estadía allí fuese fugaz, apenas 29 partidos en los que convirtió 6 goles y dio 9 asistencias.
Con la intención de volver a la Argentina, recaló en Newell’s en septiembre de 1993. Maradona creó una gran expectativa en el público de La Lepra, pero jugó apenas 5 partidos oficiales y decidió dejar el equipo por su mala relación con el flamante DT Jorge Castelli. Mientras se encontraba sin club, la Selección de Basile sufrió la recordada goleada ante Colombia que lo obligó a disputar el repechaje ante Australia para clasificarse al Mundial de 1994. El clamor de la gente y la presión de los medios hicieron que el Coco le solicite a Diego su vuelta a la Albiceleste. Una vez en la Copa y con un equipo que pintaba para llegar lejos, el plantel sufrió un duro golpe tras el partido con Nigeria. “Me cortaron las piernas”, expresó el Diez entre lágrimas confirmando el doping por efedrina. Una sanción de 15 meses y nuevamente alejado del fútbol. En el interín, dos experiencias cortas como entrenador en Mandiyú y Racing. Y en 1996, su vuelta a Boca. Con 36 años, Maradona tuvo altibajos en su performance, no consiguió títulos y anunció su retiro después de un Superclásico con River en octubre de 1997.
Sin el fútbol en su vida, Diego mantuvo ocupado su tiempo con distintas actividades: viajes, publicidades, programas de TV, golf y hasta un coqueteo con una posible vuelta al deporte que finalmente no sucedió. Todo eso alternado con su adicción, que se había vuelto incontrolable. En enero del 2000 pasó lo que se veía venir: Maradona sufrió un paro cardiorespiratorio en Uruguay y estuvo internado en terapia intensiva, casi al borde de la muerte. Una vez recuperado decidió hacer su primera internación en Cuba para recuperarse de sus problemas con la cocaína. Pelusa volvió al país en 2001 para llevar a cabo su partido homenaje y reconocer sus errores y rezó: “La pelota no se mancha”.
El Diez volvió a tener problemas de salud luego de divorciarse de Claudia Villafañe y en 2004 otro paro cardíaco atento contra su vida. Internación en la clínica Suizo-Argentina y después en el neuro-psiquiátrico Del Parque para volver a tratar su adicción. Sin poder dejar su internación debido a una orden judicial, en pocos meses Maradona aumentó de peso y llegó a los 120 kilos, hecho por el que decidió hacerse una operación bariátrica y así mejorar su condición.
El propio Diego asegura que su vínculo con las drogas terminó en 2004 y el baipás gástrico al que se sometió en Colombia lo ayudó a bajar más de 50 kilos en poco tiempo. Rehabilitado y esbelto, Maradona recibió una oferta que no dudó en aceptar: conducir su propio ciclo de televisión. Así fue como nació La Noche del Diez, programa que rompió con el rating de aquella época y tuvo invitados de lujo como Zinedine Zidane, Lionel Messi, Pelé, Mike Tyson, Roberto Gómez Bolaños, Robbie Williams y hasta Fidel Castro. En total fueron 13 episodios los emitidos, el último con una mega producción en el Luna Park.
Como si hubiese vuelto a nacer, el público celebró ver a su ídolo con buena salud, lo que fue el punto de partida para nuevas aventuras para el Diez.
La salida de Basile como entrenador de la Selección y la presión popular depositaron a Diego como nuevo estratega de la Albiceleste en octubre de 2008. Sin embargo, el andar del equipo nacional con Maradona no fue del todo bueno y cerca del final de las Eliminatorias sudamericanas, su clasificación al Mundial de Sudáfrica se puso en juego.
Sin el respaldo de la prensa argentina y enfrentado con los periodistas, el combinado del Diez obtuvo una victoria frente a Uruguay que aseguró su lugar en la Copa del Mundo, dando lugar a frases como: “Que la sigan chupando”. Ya en la competencia desarrollada en el continente africano, Argentina se despidió en cuartos de final tras una dura goleada ante Alemania por 4-0. Grondona decidió no renovarle su contrato y Diego se despidió así de la Selección.
Peleado con Grondona y la prensa local, Diego se refugió en los Emiratos Árabes. Allí, firmó como DT del Al Wasl por dos años a cambio de 34 millones de dólares, pero no llegó a completar dicho periodo ya que fue despedido a mediados de 2012. Decidió quedarse en Dubai, donde fue nombrado embajador deportivo. Además, fue contratado por la cadena Telesur de Venezuela para el Mundial de Brasil. En 2017, volvió a ponerse el buzo de entrenador, esta vez del Al Fujairah, de la Segunda División, club en el que peleó por el ascenso que finalmente no pudo concretar. Cuando todo indicaba que no seguiría con los labores como DT, al mismo tiempo que fue nombrado presidente honorario del Dynamo Brest de Bielorrusia, Pelusa recibió la oferta de Dorados de Sinaloa. Fue así que se mudó a México para renacer en el fútbol occidental. Un año en el ascenso y dos finales disputadas lo volvieron a poner en la órbita del deporte Latinoaméricano.
La gran noticia fue cuando Gimnasia lo contrató para la Superliga. Diego se reencontró con el fútbol argentino y es bien recibido en cada cancha que visita.